viernes, 7 de febrero de 2014

LUIS FELIPE ALEGRE DA VIDA A LA POESíA

Ayer pudimos asistir en el IES "Pablo Serrano" de Zaragoza a dos estupendos recitales poéticos  a cargo del actor y rapsoda Luis Felipe Alegre de El silbo vulnerado. Los alumnos de 2º de Bachillerato presenciaron el recital del Romancero gitano de García Lorca en el que combinó recitación, diapositivas con dibujos de Lorca y comentarios que daban luz a esos geniales versos. Tal como nos dijo, realizó una "lectura técnica, forense, académica" de la obra, aunque no faltaron guiños y aportaciones personales (como la de La casada infiel), propias de los grandes recitadores, especie hoy desgraciadamente en vías de extinción. Fue desgranando la recitación de los romances con gran maestría, equilibrando expresividad y ritmo, pero el fastidioso timbre de cambio de clase puso un fin abrupto al recital y no se pudo cerrar con el Romance de la Guardia Civil española.
Los alumnos de 4º de ESO asistieron a un recital de Variedades poéticas que, siguiendo un hilo cronológico, presentó algunas de los textos más representativos de la literatura española de los siglos XIX y XX. No faltaron los poemas de Espronceda (desde la célebre "Canción del pirata" hasta otros más subidos de tono  atribuidos a él), una rima de Bécquer, anécdotas y chascarrillos sobre "Don Juan Tenorio" de Zorrilla, referencias a textos en prosa del Realismo y del Naturalismo (de Galdós leyó un fragmento de su novela Fortunata y Jacinta), epigramas satíricos y versos jocosos de Del Palacio o Príncipe sobre las modas literarias de la época y poemas de Rubén Darío, el padre del Modernismo, entre los que recitó varias estrofas de "Canción de otoño en primavera".
El tiempo se echaba encima y, aunque faltaban poemas de autores del siglo XX como Antonio Machado o León Felipe, prefirió cerrar la actuación con el "Romance de la infanticida", un romance de ciego que interpretó perfectamente a la manera en que se hizo en España durante años hasta bien entrado el siglo XX, con un lienzo con dibujos y una entonación y un ritmo particular. El de los romances de ciego es un género de carácter popular, alejado de la literatura culta y que narra generalmente sucesos truculentos de los que el recitador nos quiere convencer que son reales. Os dejo la versión de Joaquín Díaz para que podáis leer un ejemplo de este tipo de literatura (infraliteratura para muchos) que rara vez atendemos en clase, aunque fue siempre del gusto del gran público y parodiado por autores como Valle-Inclán. Igual que en el primer recital, el aplauso de todos los asistentes premió la actuación de Luis Felipe Alegre, un hombre que da vida a la poesía.

ROMANCE DE LA INFANTICIDA
Más arribita de Burgos hay una pequeña aldea
donde vive un comerciante, que vende paños y sedas.
Tiene una mujer bonita, -valía más que fuera fea-
tiene un hijo de cinco años, la cosa más parlotera.
Todo lo que pasa en casa, a su padre se lo cuenta;
su padre, por más quererlo, en las rodillas le sienta.
- Ven aquí tú, hijo querido, ven aquí, mi dulce prenda,
quiero que todo me digas; en esta casa, ¿quién entra?
- Padre de mi corazón, el alférez de esta aldea
que llega todos los días y con mi madre conversa
con mi madre come y bebe, con mi madre pone mesa,
con mi madre va a la cama, como si usted mismo fuera.
A mí me dan un ochavo pa jugar a la rayuela,
y yo, como picarzuelo, me escondo tras de la puerta.
Mi madre estaba mirando, y me dijo que me fuera:
- Deja que venga tu padre, que te va a arrancar la lengua.
Mal le ha sentado al señor el que aquello se supiera,
después ha salido a un viaje de siete leguas y media.
Un día estando jugando con los niños de la escuela,
ha ido a buscarle su madre, a peinar su cabellera.
Ha cuarteado su cuerpo, le ha tirado en una artesa,
y el peinado que le ha hecho, fue cortarle la cabeza.
La coloca entre dos platos y el alférez se la entrega:
- Señora, se les castiga, pero no de esa manera;
haberle dado cuatro azotes y haberle echado a la escuela.
Tras de tiempos llegan tiempos y el marido ya regresa.
Ella ha salido a buscarle, y le ha encontrado en la puerta.
- Entra, maridito, entra, que te tengo una gran cena,
los sesitos de un cabrito, las agallas y la lengua.
- ¿Qué me importa a mí de eso? ¿Qué me importa de la cena?
Te pregunto por mi hijo que no ha salido a la puerta.
- Entra, maridito, entra, por tu hijo nada temas,
que le dí pan esta tarde y se fué pa ca su abuela;
como cosa de chiquillos, está jugando con ella.
Se pusieron a cenar, y oye una voz que le suena.
- Padre de mi corazón, no coma usted de esa cena,
que salió de sus entrañas y no es justo que a ellas vuelva.
Se ha levantado el señor, la busca de su hijo empieza,
le ha encontrado cuarteado, partidito en una artesa.
La ha agarrado de los pelos, barre la casa con ella,
y después de golpearla, a la autoridad la entrega.
Unos dicen que matarla; otros, lo mismo con ella,
otros dicen que arrastrarla, de la cola de una yegua.

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